En clara tendencia ascendente y agarrando bien fuerte la bandera del movimiento glam, llegamos a 1973 con nuestro protagonista disfrutando todo tipo de mieles. Pero el otro lado de la moneda estaba aún por tallar. Ese mismo año, la novata banda Queen, acababa de sacar su primer álbum, el cual obtuvo escasa repercusión. Es más, algunos críticos calificaron su opera prima como un disco pretencioso. Calificativo con intención claramente peyorativa, que en el mundo de Freddie Mercury era más un halago que otra cosa.
Deseosos de dar el espaldarazo con el siguiente trabajo, la banda decidió que no había mejor persona para hacer las sesiones fotográficas que Mick Rock.
Tras unas primeras fotos para los últimos coletazos del primer disco, se prepararon para hacer la promoción del que sería Queen II. Los músicos decidieron tocar el disco entero al fotógrafo, quién al finalizar exclamó: “Waaau, es la mezcla perfecta entre Ziggy Stardust y Led Zeppelin”. Esto hizo las delicias de la banda y el trato quedó cerrado.
Las premisas oficiales dadas al fotógrafo eran claras. Tenía que ser un desplegable, tenía que salir la banda y tenía que tener temática de dos universos, uno blanco y otro negro, para distribuirse en el desplegable. Pero realmente, el deseo, sobre todo de Freddie, era que les insuflase imagen glam a raudales.
Con esos requisitos en mente, el fotógrafo se topó con el recuerdo de unas instantáneas que había adquirido recientemente. Su amigo John Kobal, quien poseía una larga colección de imágenes de estrellas de Hollywood, propuso un trueque para que le hiciese un trabajo. Mick le fotografiaba y él le daba a cambio unas cuentas fotografías de su colección. Trato hecho. Entre ellas se encontraba una de Marlene Dietrich, tomada por George Hurrel en el rodaje de The Shanghai Express.