Dale, Dale, Dick !!!

La increíble historia de Dick Dale no hace más que reafirmarnos en nuestra postura poco amiga de santificar los premios y las listas de ventas. Sus canciones nunca coparon los Billboards ni su nombre aparece en los hall of fames más importantes, pero su figura es clave para entender como evolucionó la música desde mediados de los sesenta. Es más, si no hubiese sido por la famosa canción, de una famosa película, de un famoso director, su legado aún seguiría en ruinas.

Richard Anthony Monsour pasó la primera etapa de su vida en Massachusetts, en el cercano Este Americano. Su padre era de origen libanés y su madre de origen polaco – bielorruso, raigambre que será determinante en su temprana formación musical. Piano a los nueve, trompeta a los 13 y ukelele al descubrir a Hank Williams. Su tío, el de la rama paterna, le enseñaría a tocar el tarabaki (percusión) y el oud (cuerdas), ambos instrumentos asociados a la cultura árabe.

En 1954, con 17 años, una guitarra bajo el brazo que compró por 8 dólares y el sueño de convertirse en un cowboy singer, se mudó con su familia a California. Aquí es donde se añadirán a la mezcla los ingredientes puramente americanos. Por un lado, empezó a tocar en pequeños bares con un repertorio aún anclado en el country. De hecho, fue en una de esas actuaciones cuando un amigo le rebautizó como Dick Dale, ya que sonaba mucho más a cantante folk con pedigrí. Pero pronto lanzó el sombrero al aire y se encaramó en una tabla cuando la música surf inundó el país. Pero literalmente, no era un poser de playa sin más, sino que se empapó, pero bien, de la nueva cultura juvenil.

Sus actuaciones cada vez adquirían más notoriedad y para comienzos de la entrante década era uno de los puntales del nuevo género. Es ampliamente aceptado que su primer single de una composición propia; “Let´s go trippin’”, es la primera canción surf rock de la historia. Lanzado en 1961 se convirtió en el catalizador de todo un movimiento.

Además, su sonido era único y claramente reconocible, nunca antes se había visto un estilo similar de tocar la guitarra. Las razones son varias y casi todas relacionadas con su poliédrico background.

Su ascendencia y pasión por la cultura árabe llevó a introducir en su música escalas y melodías no occidentales.

Como comentamos anteriormente, de pequeño hizo sus pinitos con instrumentos de percusión como el tarabaki, y estaba fascinado con el baterista Gene Krupa, lo que propició un acercamiento tremendamente percusivo a la hora de tocar la guitarra. Esta ferocidad al percutir las cuerdas supuso un gran problema de rotura de las mismas, que solucionó al utilizarlas con bastante más grosor del habitual (016-018-020-039-049-060). ¿Problema resuelto? Solamente en parte, ya que las cuerdas no se rompían, pero literalmente abrasaban las púas, que eran también de un tamaño considerable.

Pero no queda aquí la cosa. Para hacer aún más singular si cabe su estilo, tocaba la guitarra al revés. Es decir, era zurdo y tocaba guitarras de diestros. Al dar la vuelta al instrumento, las cuerdas quedan alteradas, las de arriba están abajo y viceversa. Ante esta situación, los guitarristas suelen cambiarlas para fijarlas en la manera correcta, cosa que Dick Dale no hacía, quedando las cuerdas más gruesas abajo. Hay quien asegura que esa disposición de las cuerdas favorece el stacatto vertiginoso que es una de las marcas de la casa.

Todas estas peculiaridades aparecen perfectamente reflejadas en su canción más famosa; “Misirlou”, incluida en Surfers’ Choice (1962), primer álbum de Dick Dale and his Del-Tones.

En una de sus legendarias actuaciones, bautizadas como stomps, en el Rendezvous Ballroom, se encontraba un tal Leo Fender. El inventor pudo ver, aparte de un tremendo concierto, la frustración de Dick, que sentía como la tecnología de la época suponía una camisa de fuerza ante tal potencia contenida. Ambos, junto con Freddie Tavares, uno de los diseñadores de la stratocaster, entablaron una fructífera amistad que provocó avances tecnológicos que cambiarían la música para siempre.

El guitarrista, que era consciente que no destacaba por su voz, llevó su música a ser principalmente instrumental. Por esta razón, la consecución del sonido perfecto adquirió mucha relevancia. En su búsqueda, se armó con una guitarra recién creada por Leo, la Fender Stratocaster, siendo uno de los primeros artistas en popularizar el mítico modelo. Modelo que tuvo que adaptar ex profeso para Dick y su peculiar left-handed style. Bautizada, muy acertadamente, como The Beast, era una belleza dorada con madera de palo santo, sin potenciómetros de tono y sin vibrato.

Pero la revolución total llegaría a la hora de amplificar a la bestia. La tarea no fue fácil. Dale había pasado a tocar para audiencias de cerca de 4.000 personas, por lo que necesitaba un volumen brutal para que el griterío no se comiese los graves. Los amplificadores que fender venía ofreciendo hasta el momento no soportaban el nivel de exigencia del guitarrista, que asegura haber destrozado, incluso quemado en alguna ocasión, cerca de 50 amplificadores de la marca. Este salvajismo empujó a Leo y compañía a diseñar por primera vez un transformador que podía soportar picos de 100 vatios. Para alojar al nuevo invento tuvieron que cambiar también los altavoces, requiriendo los servicios de James B. Lasing (JBL) para que les crease el JBL- D130. Así es como nació el icónico amplificador Fender Showman, nombre puesto por Leo piropeando a Mr. Dale.

“Beat it to death” gritaba el satisfecho Leo al guitarrista, quien, literalmente, hice caso al inventor y volvió a derretir la nueva creación. Finalmente, con transformador con capacidad para soportar hasta 180 vatios y 2 pantallas JBL nació el definitivo Dual Showman.

Aun así, todavía faltaría un elemento clave para tener el sonido que marcaría los cánones del surf: el reverb. Al principio lo utilizaba para darle vibrato a la voz, pero en su afán por reproducir la sensación que uno tiene al estar encima de una tabla, investigó como emularlo con la guitarra. Cacharreando con un órgano hammond pensó que sería interesante conseguir un efecto similar para las seis cuerdas. Pasó la idea al laboratorio de Leo, quien se sacó de la chistera la guinda que faltaba: el fender reverb tank. El uso del reverb se convirtió en sinónimo del surf, dándole esa sensación acuosa tan característica. Aunque no fue el primero en utilizarlo en estudio, Dick Dale sería pionero de su uso en directo.

A mediados de los sesenta la British Invasion amainó la marea del fenómeno surf, interrumpido drásticamente en el caso de nuestro protagonista cuando le fue diagnosticado cáncer de colon. El mismísimo Jimi Hendrix al enterarse de la noticia declaró: “Nunca escucharéis música surf de nuevo”. Para los amantes del gossipeo, hay una leyenda que asegura que Dick Dale enseñó a un joven Hendrix a usar el slide cundo se encontraba actuando como bajista de Little Richard en un pub cualquiera. Palabra de Mrs. Dale. Amén.

Cierto o no, la carrera de the king of the surf guitar transcurrió de manera muy intermitente hasta que en 1994, el famoso director, incluyó la famosa canción, en su famosa película: Pulp Fiction. Quentin Tarantino, friki confeso y consagrado, siempre ha hecho una labor muy antropológica con las bandas sonoras de sus películas, siendo la inclusión de “Misirlou” en su famoso film claro ejemplo de ello.

El renacimiento de su figura tras la ola tarantiniana propulsó la carrera de Dick Dale, que se lanzó a la carretera hasta el final de sus días, en parte forzado, según él, para costear los gastos médicos que le provocó su maltrecha salud.

Podemos rastrear el legado de Dick Dale en muy diversos artistas; Jimi Hendrix, Steve Ray Vaughan, The Cramps, Brian May, Pete Townshend, etc. Hay incluso quien le considera el padre del Heavy Metal, por su potencia y su velocidad, de gran influencia en heavies de pro como Eddie Van Halen.

Siempre seremos deudores de su perseverancia en la obtención de un sonido que forzó a la tecnología a superarse constantemente. La búsqueda de su ideal sonoro definió los standards de todo un género, el surf, patentando una manera genuina de tocar la guitarra. Esto lo consiguió sin perder su peculiaridad, manteniendo su estilo percusivo de acercarse al instrumento e innovando al incorporar escalas de oriente medio.

Eternamente agradecidos, Dick Dale.

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